No te creas lo que dicen. Porque no todo da igual. No es lo mismo tomar una u otra decisión. El final del viaje no va a ser el mismo hagas lo que hagas, te dirijas hacia donde te dirijas. Vamos, que no todos los caminos llevan a Roma.
Hay cosas que importan, que importan mucho. Tanto, que hay quién da su vida por ellas. Gente que prefiere morir a traicionar la verdad, a engañarse a sí mismos. Claro que para eso hay que ser muy valiente, porque poner la conciencia de uno frente al mundo es algo muy serio.
Y es que no da igual luchar por lo que se cree que dejarse llevar. No da igual sacrificarse por lo que vale la pena que conformarse con no meterse en demasiados líos.
Lo que sí da igual es merendar una palmera de chocolate o una napolitana de crema. Ser de café o de té. Tener éste coche o aquél. Que todo el mundo vea las fotos de tu viaje a Camboya o que no se entere todo el mundo de lo bien que lo pasaste y lo afortunado que eres. Eso no importa.
En cambio, sí importa jugártela por ayudar a un amigo y decirle lo que cree que no quiere oír, cumplir tus promesas, saber pedir perdón, cortar con lo que sabes que no te lleva a ninguna parte. Apoyar a tu familia, no ser lo que no eres, tratar de ser mejor todos los días, pararte a pensar qué quieres hacer con tu vida, sonreír cuando no tienes ganas.
No da igual lo que hagas, digas o pienses. Porque el resultado no es el mismo.
Al final de todo, nadie te preguntará qué merendaste, si preferiste café o té, qué logotipo llevaba el coche que conducías, o cuántas veces salías con un vaso en la mano en las fotos de Camboya. Te preguntarán por lo otro, por lo que sí importa.
Así que, definitivamente, no. No da igual.